lunes, 30 de julio de 2007
sábado, 28 de julio de 2007
sábado, 21 de julio de 2007
Volveré
Estuve y no supe que yo estaba ahí
Yo lo tuve todo y no lo distinguí
Si blanco ,negro,malo,bueno estaba ahí
Ahora que estoy fuera se lo que perdí
Deseo yo volver,necesito estar ahí
Siento la nostalgia del lugar donde nací
Deseo yo volver, necesito estar ahí
siento la nostalgia donde nací
Coro
Volveré consciente de donde estaré
Tíú eres mi lugar
Vólvere,
por siempre yo ahí estaré
Y ahí me quedaré
Vólveré, nada me detendrá
Contigo quiero estar
Equivoqué el camino, me alejé de tí
Pero me di cuenta y me arrepentí
Hoy desperte, no tengo miedo de sentir
A tu bendito amor no puedo resistir
Deseo yo volver, ya no quiero estar sin ti
Siento la nostalgia del lugar donde nací
Coro
Volveré consciente de donde estaré
Tú eres mi lugar
Vólvere,
por siempre yo ahí estaré
Y ahí me quedaré
Vólveré, nada me detendrá
Contigo quiero estar.
Yo lo tuve todo y no lo distinguí
Si blanco ,negro,malo,bueno estaba ahí
Ahora que estoy fuera se lo que perdí
Deseo yo volver,necesito estar ahí
Siento la nostalgia del lugar donde nací
Deseo yo volver, necesito estar ahí
siento la nostalgia donde nací
Coro
Volveré consciente de donde estaré
Tíú eres mi lugar
Vólvere,
por siempre yo ahí estaré
Y ahí me quedaré
Vólveré, nada me detendrá
Contigo quiero estar
Equivoqué el camino, me alejé de tí
Pero me di cuenta y me arrepentí
Hoy desperte, no tengo miedo de sentir
A tu bendito amor no puedo resistir
Deseo yo volver, ya no quiero estar sin ti
Siento la nostalgia del lugar donde nací
Coro
Volveré consciente de donde estaré
Tú eres mi lugar
Vólvere,
por siempre yo ahí estaré
Y ahí me quedaré
Vólveré, nada me detendrá
Contigo quiero estar.
jueves, 19 de julio de 2007
jueves, 12 de julio de 2007
JOSÉ ANGEL BUESA (CUBA)
EL POEMA DE LA CULPA
Yo la amé, y era de otro, que también la quería.
Perdónala, Señor, porque la culpa es mía.
Después de haber besado sus cabellos de trigo,
nada importa la culpa, pues no importa el castigo.
Fue un pecado quererla, Señor, y, sin embargo
mis labios están dulces por ese amor amargo.
Ella fue como un agua callada que corría...
Si es culpa tener sed, toda la culpa es mía.
Perdónala Señor, tú que le diste a ella
su frescura de lluvia y esplendor de estrella.
Su alma era transparente como un vaso vacío:
Yo lo llené de amor. Todo el pecado es mío.
Pero, ¿cómo no amarla, si tú hiciste que fuera
turbadora y fragante como la primavera?
¿Cómo no haberla amado, si era como el rocío
sobre la yerba seca y ávida del estío?
Traté de rechazarla, Señor, inútilmente,
como un surco que intenta rechazar la simiente.
Era de otro. Era de otro que no la merecía,
y por eso, en sus brazos, seguía siendo mía.
Era de otro, Señor, pero hay cosas sin dueño:
las rosas y los ríos, y el amor y el ensueño.
Y ella me dio su amor como se da una rosa,
como quien lo da todo, dando tan poca cosa...
Una embriaguez extraña nos venció poco a poco:
Ella no fue culpable, Señor... ¡ni yo tampoco!
La culpa es toda tuya, porque la hiciste bella
y me distes los ojos para mirarla a ella.
Sí. Nuestra culpa es tuya, si es una culpa amar
y si es culpable un río cuando corre hacia el mar.
Es tan bella, Señor, y es tan suave, y tan clara,
que sería pecado mayor si no la amara.
Y por eso, perdóname, Señor, porque es tan bella,
que tú, que hiciste el agua, y la flor, y la estrella,
tú, que oyes el lamento de este dolor sin nombre,
tú también la amarías, ¡si pudieras ser hombre!
Yo la amé, y era de otro, que también la quería.
Perdónala, Señor, porque la culpa es mía.
Después de haber besado sus cabellos de trigo,
nada importa la culpa, pues no importa el castigo.
Fue un pecado quererla, Señor, y, sin embargo
mis labios están dulces por ese amor amargo.
Ella fue como un agua callada que corría...
Si es culpa tener sed, toda la culpa es mía.
Perdónala Señor, tú que le diste a ella
su frescura de lluvia y esplendor de estrella.
Su alma era transparente como un vaso vacío:
Yo lo llené de amor. Todo el pecado es mío.
Pero, ¿cómo no amarla, si tú hiciste que fuera
turbadora y fragante como la primavera?
¿Cómo no haberla amado, si era como el rocío
sobre la yerba seca y ávida del estío?
Traté de rechazarla, Señor, inútilmente,
como un surco que intenta rechazar la simiente.
Era de otro. Era de otro que no la merecía,
y por eso, en sus brazos, seguía siendo mía.
Era de otro, Señor, pero hay cosas sin dueño:
las rosas y los ríos, y el amor y el ensueño.
Y ella me dio su amor como se da una rosa,
como quien lo da todo, dando tan poca cosa...
Una embriaguez extraña nos venció poco a poco:
Ella no fue culpable, Señor... ¡ni yo tampoco!
La culpa es toda tuya, porque la hiciste bella
y me distes los ojos para mirarla a ella.
Sí. Nuestra culpa es tuya, si es una culpa amar
y si es culpable un río cuando corre hacia el mar.
Es tan bella, Señor, y es tan suave, y tan clara,
que sería pecado mayor si no la amara.
Y por eso, perdóname, Señor, porque es tan bella,
que tú, que hiciste el agua, y la flor, y la estrella,
tú, que oyes el lamento de este dolor sin nombre,
tú también la amarías, ¡si pudieras ser hombre!
domingo, 1 de julio de 2007
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